DÍA 21 – Todo lo que me ahogó me enseñó a nadar.
Compartir
Hoy quiero hablar de un tema que resuena profundamente en mí y creo que en muchos de ustedes también: “Todo lo que me ahogó me enseñó a nadar”.
La vida tiene una forma de lanzarnos al agua cuando menos lo esperamos. Ha habido momentos en los que me sentí como si me estuviera ahogando, abrumada por las corrientes de desafíos, desamores y reveses. Es en estos momentos de lucha y desesperación donde a menudo encontramos nuestras mayores fortalezas.
Cuando sentimos que nos estamos hundiendo, es fácil entrar en pánico y querer rendirnos. Pero esta es la verdad que he llegado a aceptar: cada lucha, cada ola que intentó derribarme, me enseñó algo invaluable. Me enseñó a nadar.
Nadar no es solo cuestión de sobrevivir, sino de prosperar frente a la adversidad. Se trata de encontrar el ritmo en medio del caos, aprender a flotar cuando el peso del mundo intenta hundirte y volver a la superficie con una determinación renovada.
Piensa en los momentos en los que te sentiste abrumado. Tal vez fue una pérdida, un fracaso o un momento en el que la vida no salió como lo habías planeado. En esos momentos, descubrimos nuestra resiliencia. Descubrimos de qué estamos hechos realmente.
Así como un nadador aprende a navegar en el agua, nosotros aprendemos a navegar en nuestra vida. Aprendemos a respirar profundamente, a controlar nuestro ritmo y a confiar en que tenemos la fuerza para seguir adelante. Y cada brazada, cada esfuerzo, nos impulsa hacia adelante, nos hace más fuertes y más seguros.
Recuerdo un momento en el que me sentí completamente derrotada, como si no pudiera mantener la cabeza fuera del agua. Estaba lidiando con desafíos personales que parecían insuperables. El peso de las expectativas, el miedo al fracaso y la incertidumbre del futuro eran como anclas que me tiraban hacia abajo. Pero en ese momento de vulnerabilidad, descubrí una fuerza interior que no sabía que tenía. Aprendí que incluso cuando sentía que me estaba ahogando, en realidad estaba aprendiendo a nadar.
Y esa es la belleza de todo esto. Nuestras luchas no nos definen, nos refinan. Nos moldean para convertirnos en los individuos resilientes y capaces que estamos destinados a ser. Cada desafío es una lección, un paso hacia la transformación de nuestra mejor versión.
Cuando estás en medio de una tormenta, es difícil ver la lección. Es difícil entender por qué tenemos que soportar tantas dificultades. Pero si te tomas un momento para reflexionar, verás que cada lucha te ha proporcionado habilidades y fortalezas que nunca imaginaste que tendrías.
Piénsalo: cuando te enfrentas a una corriente fuerte, aprendes a desarrollar resistencia. Cuando estás atrapado en un remolino de emociones, aprendes a navegar a través de tus sentimientos. Cuando las olas de la vida te derriban, aprendes a levantarte, cada vez más fuerte. Estas experiencias son la base de tu resiliencia.
Aquí hay algunas afirmaciones para recordarnos nuestra fuerza y resiliencia:
- Soy más fuerte que cualquier desafío que se me presente.
- Abrazo mis luchas como oportunidades para crecer y aprender.
- Cada revés es un preludio para una remontada.
- Confío en mi capacidad para navegar a través de las tormentas de la vida.
- Soy resiliente, capaz y fuerte.
- Tengo el poder de transformar mi dolor en fuerza.
- Me elevo por encima de la adversidad y prospero.
- Cada experiencia me enseña y me ayuda a crecer.
- Estoy aprendiendo a nadar por la vida con gracia y confianza.
- Estoy agradecido por la fuerza que hay dentro de mí.
Así que, la próxima vez que te encuentres en una situación complicada, recuerda esto: tienes el poder de nadar. Tienes la fuerza para superar las dificultades. Acepta la lucha, porque te está enseñando a seguir adelante, a prosperar y a encontrar tu ritmo en medio de las olas.
Cuando comencé The Self Care Club, me enfrenté a numerosos obstáculos. Hubo días en los que dudé de mí misma, cuestioné mi propósito y sentí que me estaba hundiendo. Pero a través de cada revés, aprendí lecciones valiosas sobre la perseverancia, sobre la importancia del autocuidado y sobre la increíble fuerza que todos tenemos dentro. Estas lecciones se convirtieron en la piedra angular de mi camino, ayudándome a construir una comunidad centrada en la curación y el empoderamiento.
Para terminar, celebremos nuestro camino, nuestra resiliencia y nuestra capacidad de nadar incluso cuando las aguas están agitadas. Honremos las lecciones que hemos aprendido y la fortaleza que hemos adquirido. Porque todo lo que nos ahogó nos enseñó, de hecho, a nadar.