DAY 35 -  Life starts getting better when you stop pouring into cups that don't refill yours.

DÍA 35 – La vida empieza a mejorar cuando dejas de verter en tazas que no rellenan las tuyas.

Cuando dejas de servir a alguien que no sirve a la tuya, es como si finalmente cortaras los hilos que te han estado tirando en todas direcciones excepto en la que quieres ir. Vivimos en un mundo que elogia a los que dan, a los que hacen, a los que siempre están ahí para todos los demás. Pero, ¿quién está ahí para ti? ¿Quién se asegura de que estés bien? ¿Quién se asegura de que tu taza no se esté secando?

Existe una regla tácita que dice que siempre debemos dar, sacrificarnos por los demás y poner nuestras propias necesidades en último lugar. Y la seguimos porque no queremos que nos consideren egoístas, crueles o poco cariñosos. Pero la cuestión es la siguiente: las personas que se benefician de esta regla suelen ser las que nunca tuvieron la intención de darte lo que les das. Se quedarán con todo lo que tengas para dar y, cuando estés vacío, pasarán a la siguiente persona que aún no haya aprendido lo que vale.

Seamos realistas: ¿cuántas veces te has sentido exhausto, emocionalmente agotado y te has preguntado por qué las personas con las que has sido tan generoso no están ahí cuando las necesitas? ¿Cuántas veces te has esforzado para asegurarte de que alguien más está bien, solo para darte cuenta de que esa persona ni siquiera cruzaría la calle para ver cómo estás? Es una dura realidad, pero es una que debemos afrontar si queremos cambiar la narrativa.

En el momento en que dejas de servir de las tazas que no sirven de la tuya, algo increíble comienza a suceder. Empiezas a recuperar tu poder. Empiezas a ver que tu valor no está ligado a cuánto das a los demás, sino a cuánto te honras y respetas a ti mismo. Empiezas a establecer límites, no porque seas cruel o indiferente, sino porque finalmente has aprendido que no puedes servir de una taza vacía.

Los límites son una forma de cuidarse a uno mismo y son esenciales si se quiere vivir una vida plena y equilibrada. No son muros que impidan el paso a otras personas, sino pautas que ayudan a garantizar que solo se les dé energía a quienes la valoran. Y sí, algunas personas se enfadarán cuando empieces a decir que no, cuando dejes de estar disponible las 24 horas del día, los 7 días de la semana, cuando dejes de poner sus necesidades por encima de las tuyas. Pero no pasa nada, porque las personas que realmente se preocupan por ti entenderán y respetarán tu necesidad de cuidarte a ti mismo.

Cuando dejas de volcar tu energía en esas tazas vacías, empiezas a volcarla en las cosas que realmente importan: tu propio crecimiento, tu propia felicidad, tus propios sueños. Empiezas a invertir en ti mismo, en tu bienestar, en tu futuro. Y es entonces cuando la vida empieza a cambiar de maneras que nunca imaginaste.

Empiezas a atraer a personas que están en tu misma onda, personas que entienden la importancia de dar y recibir, personas que estarán ahí para ti tanto como tú estás ahí para ellas. Te encontrarás rodeado por un círculo de apoyo, amor y positividad. Estas son las personas que te levantarán el ánimo cuando estés deprimido, que celebrarán tus éxitos, que te darán de beber incluso cuando no lo pidas.

Y no se trata solo de las personas, sino de las decisiones que tomas todos los días. Cuando dejas de servirte algo de algo que ya no sirve, empiezas a tomar decisiones que se alinean con tus valores, tus objetivos y tu visión de la vida. Dejas de perder el tiempo en cosas que no te sirven y empiezas a centrarte en lo que te aporta alegría, satisfacción y paz.

Imagina cuánto más podrías lograr si no te agotaran constantemente las necesidades y demandas de los demás. Imagina cuánto más feliz podrías ser si estuvieras rodeado de personas que se preocupan genuinamente por ti, que aportan a tu vida tanto como tú aportas a la de ellos. Imagina vivir una vida en la que te despiertes cada día sintiéndote lleno de energía, amado y apreciado, no porque hayas dado todo, sino porque finalmente hayas aprendido a guardar algo de esa energía para ti.

Esto es lo que pasa cuando dejas de servir a alguien que no sirve a la tuya. Empiezas a priorizarte, no por egoísmo, sino por la profunda comprensión de que tú también importas. Tus necesidades, tu felicidad, tu bienestar, son tan importantes como las de cualquier otra persona. Y cuando empiezas a vivir desde ese lugar, todo cambia.

Te vuelves más perspicaz respecto de dónde gastas tu tiempo y energía. Te vuelves más intencional con tus acciones, más consciente de tus relaciones, más centrado en tu propio crecimiento. Y al hacerlo, creas una vida que no se trata solo de sobrevivir, sino de prosperar. Construyes una vida rica en amor, alegría y plenitud, una vida en la que ya no estás vacío, sino rebosante de abundancia.

Así que deja de derramar tu poder en esas tazas vacías. Deja de regalar tu poder, tu energía, tu amor a quienes no lo aprecian. Comienza a derramarlo en ti mismo. Comienza a derramarlo en las personas y las cosas que te devuelven el favor. Porque mereces vivir una vida que no solo sea buena, sino extraordinaria. Y todo comienza contigo.

La vida empieza a mejorar cuando dejas de beber de tazas que no llenan las tuyas. Así es como este cambio puede marcar la diferencia:

  1. Autocuidado: Te cuidas mejor guardando tu energía para lo que realmente importa.
  2. Relaciones saludables: Te concentras en las personas que te aprecian y te apoyan, lo que genera conexiones más significativas.
  3. Poder personal: Recuperas el control sobre dónde gastas tu tiempo y energía, lo que aumenta tu confianza.
  4. Límites claros: Enseña a los demás a respetar tus necesidades y a establecer límites más saludables.
  5. Crecimiento: Tienes más espacio para tus propias metas y pasiones, lo que conduce al desarrollo personal.
  6. Realización: Te sientes más feliz y satisfecho cuando estás rodeado de personas que te valoran.

En resumen, al elegir dónde invertir tu energía, creas una vida más equilibrada y satisfactoria.

La vida mejora mucho cuando dejas de servir en tazas que ni siquiera tienen la decencia de servir en las tuyas. En serio, piénsalo: ¿cuántas veces te has sentido vacío, agotado y te has preguntado por qué eres tú siempre el que da, da, da? Estás ahí afuera llenando las tazas de los demás, tratando de asegurarte de que están bien, mientras que la tuya está ahí, completamente seca, sin una gota para ti. Es como intentar regar un desierto con una sola gota de lluvia: inútil y frustrante como el infierno.

Sigues derramando tu energía, tu amor, tu tiempo, ¿y qué recibes a cambio? Nada. Ni siquiera una gota de lo que mereces. Es como si estuvieras rodeado de personas que están muy felices de recibir lo que les das, pero cuando llega el momento de devolver... No, no las encuentras por ningún lado. ¿Y lo peor? Sigues haciéndolo. Una y otra vez, esperando que tal vez, solo tal vez, esta vez sea diferente. Pero no lo es.

Así que aquí está la cuestión: es hora de parar. Simplemente parar. Deja de llenar tazas que son básicamente pozos sin fondo, tomando todo lo que tienes y no dando nada a cambio. Deja de intentar llenar a los demás cuando estás vacío. No es noble, no es desinteresado, es autodestructivo.

Tienes que empezar a invertir en ti mismo. Sí, lo he dicho: en ti mismo. Porque cuando dejas de malgastar tu energía en personas y situaciones a las que no les importas, de repente tienes toda esta energía extra para invertir en ti mismo. Y es entonces cuando la vida realmente empieza a cambiar. Es entonces cuando empiezas a sentirte vivo de nuevo, como si finalmente hubieras salido a tomar aire después de haber estado bajo el agua durante demasiado tiempo.

Y déjame decirte que, en el momento en que dejes de dar de comer a esas tazas vacías, comenzarás a ver quién te respalda de verdad. ¿Aquellos que han estado tomando y tomando sin pensarlo dos veces? Se alejarán. Y buena suerte. No necesitas ese tipo de energía en tu vida. Necesitas personas que te den de comer tanto como tú les das de comer a ellos. Las personas que entienden que las relaciones, ya sean amistades, familia o cualquier otra cosa, son una calle de doble sentido.

Así que deja de lado el complejo de mártir y piensa que tienes que seguir dando hasta que no quede nada de ti. No es así. Mereces estar rodeado de personas que te animen, que te rellenen la copa cuando esté baja, que aprecien lo que aportas. ¿Y adivina qué? Cuando empieces a dar de ti mismo, esas personas empezarán a aparecer. Atraerás el tipo de energía que coincide con la tuya, que te corresponde, que te valora por lo que eres.

La vida mejora, mucho, cuando dejas de malgastar tu tiempo y energía en las personas equivocadas y empiezas a centrarte en las personas adecuadas, incluido tú mismo. Porque esta es la cruda realidad: si sigues sirviendo en tazas que no te devuelven el líquido, acabarás vacío, amargado y resentido. Pero si primero te das a ti mismo, descubrirás que tienes mucho más para dar y que lo harás desde un lugar de plenitud, no de carencia. Y ahí, amigo mío, es donde ocurre la magia.

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