DAY 36 - Because You Were Focused on Them, You Could Never Activate You

DÍA 36 - Porque estabas enfocado en ellos, nunca pudiste activarte

Tengamos una conversación honesta sobre algo que todos experimentamos pero de lo que rara vez hablamos: el sacrificio silencioso de uno mismo. Es una narrativa que se nos ha inculcado desde una edad temprana, especialmente a quienes nos han enseñado a ser cuidadores, cuidadores y solidarios. A menudo nos dicen que nuestro valor radica en cuánto podemos dar a los demás, en lo bien que podemos apoyar a quienes nos rodean y en lo desinteresados ​​que podemos ser. Y así, pasamos nuestras vidas derramando todo lo que tenemos en las copas de otras personas, pensando que eso es lo que nos hace dignos. Pero en el proceso, terminamos quedándonos sin nada.

¿Cuántos de nosotros hemos pasado años, incluso décadas, priorizando las necesidades de los demás por encima de las nuestras? Nos han enseñado que ponernos a nosotros mismos en primer lugar es egoísta, que es noble sacrificar nuestros sueños por el bien de los demás, que nuestro valor está de algún modo ligado a lo que podemos dar. Pero aquí está la verdad que nadie te dice: cuando pasas todo tu tiempo centrado en ellos, te pierdes a ti mismo en el proceso. Pierdes de vista tus propios sueños, tus propias metas, tu propio sentido de quién eres. Y sin siquiera darte cuenta, has dejado de lado a la persona más importante de tu vida: tú.

Analicemos un poco este tema. ¿Por qué lo hacemos? ¿Por qué tan a menudo nos dejamos de lado? En parte se debe al condicionamiento social. Nos han educado para creer que nuestro valor se mide por lo que podemos dar a los demás, que ser desinteresado es la máxima virtud. Nos dicen que si somos buenos socios, amigos, padres o empleados, encontraremos la felicidad a través de la felicidad de los demás. Pero no es así, ¿verdad? Porque, ¿qué sucede cuando das y das y das y no te queda nada? ¿Qué sucede cuando has pasado tanto tiempo centrado en ellos que ya ni siquiera te reconoces a ti mismo?

Este tipo de abandono de uno mismo se va produciendo lentamente. No ocurre de la noche a la mañana. Es un proceso gradual, en el que poco a poco empiezas a apagar tu propia luz para dejar que brille la de los demás. Te dices a ti mismo que es sólo temporal, que volverás a tus propios sueños cuando las cosas se calmen. Pero las cosas nunca se calman del todo, ¿verdad? Siempre hay alguien más que te necesita, otro fuego que apagar, otra persona a la que complacer. Y antes de que te des cuenta, han pasado años y te quedas preguntándote dónde se fue el tiempo y por qué te sientes tan insatisfecho.

Pero aquí es donde la cosa se complica de verdad, porque incluso cuando reconocemos este patrón, a menudo tenemos demasiado miedo de romperlo. ¿Por qué? Porque tememos lo que sucederá si empezamos a centrarnos en nosotros mismos. Tememos la reacción, el juicio, la culpa. Hemos sido tan condicionados a creer que centrarnos en nosotros mismos está mal, que la mera idea de ponernos a nosotros mismos en primer lugar nos parece una traición. Nos preocupa que si dejamos de ser todo para los demás, se marcharán, o pensarán menos de nosotros, o dejarán de necesitarnos por completo. Y durante tanto tiempo nos hemos definido a nosotros mismos por ser necesitados por los demás.

Pero la realidad es la siguiente: no puedes estar completamente presente para los demás si no estás presente primero para ti mismo. Cuando descuidas tus propias necesidades, cuando ignoras tus propios sueños, cuando silencias tu propia voz, no solo te estás haciendo un flaco favor a ti mismo, sino que también le estás haciendo un flaco favor a todos los que te rodean. Porque no puedes servir de una taza vacía. No puedes dar lo que no tienes. Y si estás funcionando con los vapores, tarde o temprano, te derrumbarás.

Aquí es donde comienza el viaje hacia la autoactivación. Comienza con un cambio de mentalidad, con la comprensión de que cuidar de uno mismo no es egoísta, es necesario. Se trata de entender que tienes tanto derecho a tu propio tiempo, tu propia energía y tus propios sueños como cualquier otra persona. Se trata de reconocer que tu vida es tuya y que mereces vivirla plenamente, sin culpa, sin vergüenza y sin disculpas.

Pero este viaje no es fácil. Es complicado, incómodo y te va a exigir que te enfrentes a algunas duras verdades. Vas a tener que analizar las formas en las que te has estado frenando, las formas en las que has priorizado a los demás por encima de ti mismo y las formas en las que has sido cómplice de tu propio abandono. Y eso no es algo fácil de hacer. Va a hacer surgir sentimientos de culpa, vergüenza y miedo. Pero también va a hacer surgir algo más, algo poderoso. Va a hacer surgir un deseo profundo e innegable de recuperar tu vida, de recuperar tu poder y de comenzar a vivir en tus propios términos.

Entonces, ¿por dónde empezar? Empieza por establecer límites: límites claros y firmes que protejan tu tiempo, tu energía y tu bienestar. Empieza por decir “no” cuando lo sientes, por reconocer que está bien decepcionar a los demás si eso significa honrarte a ti mismo. Empieza por hacer tiempo para tus propios sueños, tus propias pasiones y tus propias necesidades. Empieza por escuchar tu propia voz, la que ha estado silenciada durante tanto tiempo, y empieza a confiar en ella nuevamente.

Y mientras haces esto, algo increíble comienza a suceder. Empiezas a sentir un cambio. Empiezas a sentirte más ligero, con más energía, más vivo. Empiezas a reconectarte con las partes de ti mismo que has descuidado durante tanto tiempo. Empiezas a recordar lo que se siente al soñar, tener esperanza, esforzarte por algo que es solo para ti. Y esa sensación es embriagadora. Es empoderadora. Es transformadora.

Pero no esperes que todo el mundo te entienda. Algunas personas se opondrán, otras te criticarán y algunas incluso podrían alejarse. Pero eso está bien. Las personas que realmente te aman, que realmente quieren lo mejor para ti, te apoyarán en este viaje. Comprenderán que necesitas concentrarte en ti mismo para ser la mejor versión de ti mismo, para ti y para ellos. ¿Y los que no lo entienden? Bueno, tal vez sea hora de reevaluar esas relaciones. Porque si alguien solo te valora por lo que puedes hacer por él, entonces no te está valorando realmente .

Esta es tu vida. Solo tienes una. Y es demasiado valiosa como para desperdiciarla viviendo para otra persona. Tienes sueños que merecen ser perseguidos, pasiones que merecen ser exploradas y un propósito que merece ser cumplido. Pero nada de eso puede suceder si estás constantemente enfocado en ellos, en sus necesidades, en su felicidad. Tienes que volcar ese enfoque hacia tu interior, para activarte, para convertirte en la persona que siempre debiste ser.

Y déjame decirte esto: cuando finalmente te activas, cuando finalmente comienzas a vivir para ti, todo cambia. Tus relaciones se vuelven más auténticas, porque ya no tienes miedo de ser tú mismo. Tu trabajo se vuelve más significativo, porque ya no estás simplemente haciendo lo que te propones. Tu vida se vuelve más rica, más plena, más vibrante, porque finalmente estás viviendo en sintonía con tu verdadero yo.

Así que no tengas miedo de dar ese primer paso. No tengas miedo de ponerte a ti mismo en primer lugar. No tengas miedo de activarte. Porque te lo mereces. Mereces vivir una vida que sea completamente tuya, una vida que no se defina por lo mucho que puedas dar a los demás, sino por lo plenamente que puedas vivir para ti mismo. Mereces brillar, prosperar, ser todo lo que estás destinado a ser. Y la única forma de hacerlo es dejar de centrarte en ellos y empezar a centrarte en ti.

Este es tu momento. Este es tu tiempo. Así que tómalo. Abrázalo. Vívelo. Porque cuando te activas, cuando realmente entras en tu poder, no hay nada que no puedas hacer. No hay sueño que no puedas lograr, ninguna meta que no puedas alcanzar, ninguna vida que no puedas vivir. Y eso es algo hermoso, poderoso e imparable.

Regresar al blog

Deja un comentario