La suavidad no es igual a debilidad
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Este es un tema que a menudo pasamos por alto: la debilidad. En un mundo que elogia la fuerza, el esfuerzo y el control, la debilidad suele malinterpretarse como debilidad. Pero estoy aquí para recordarles que elegir un enfoque más suave (elegir la paz en lugar del caos) requiere una fuerza increíble. Se trata de decidir qué es lo que realmente vale la pena gastar y aprender a dejar ir cuando la vida se sale de control.
Permítanme compartir algo personal con ustedes. Yo solía ser esa persona que quería controlar todo . Y me refiero a todo . Si las cosas no iban según lo planeado, me ponía ansiosa, frustrada y trataba de obligar a que todo volviera a su lugar. Ya fuera mi carrera, mi vida personal o incluso cosas pequeñas como lo limpia que estaba la casa, sentía una profunda necesidad de tener el control.
Recuerdo un día en el que tuve una semana muy ajetreada y todo parecía desmoronarse. Tenía reuniones consecutivas, mi bandeja de entrada estaba abarrotada y yo intentaba hacer malabarismos con el trabajo, la familia y el tiempo personal. En medio de todo esto, mi hijo Kyre tenía que entregar un proyecto escolar y yo ni siquiera había tenido tiempo de sentarme a ayudarlo. Recuerdo que corrí frenéticamente para terminarlo todo: arreglé todo, limpié, trabajé, intenté ser la madre “perfecta”, la dueña de un negocio “perfecto”, todo “perfecto”.
Pero, ¿adivinen qué? Cuanto más me esforzaba, peor me ponía. Estaba tratando con tanto ahínco de controlar cada aspecto de mi vida que no estaba presente en ninguno de ellos. No estaba completamente presente para Kyre. No estaba completamente presente para mí misma. Sentía que me estaba ahogando. Y entonces me di cuenta: ¿ por qué me estoy haciendo esto a mí misma ? ¿Por qué me estoy aferrando con tanta fuerza a cosas que ni siquiera necesitan ser perfectas?
Ese día, me dejé llevar. Tomé la decisión consciente de dejar de intentar forzar todo para que fuera perfecto. Di por finalizado el día. Me senté con Kyre y trabajamos juntos en su proyecto . Sin prisas, sin estrés, simplemente disfrutando el momento. ¿Y sabes qué? Fue suficiente. Más que suficiente. Dejar ir ese control me dio el espacio para respirar y estar presente.
El lío identificable:
Creo que todos hemos pasado por eso, ¿no? Esa batalla constante entre querer tener el control y saber en el fondo que la vida tiene sus propios planes. Cuando las cosas se salen de control, nuestro primer instinto es aferrarnos más fuerte. Queremos microgestionar, planificar y forzar las cosas para que salgan como las imaginamos. Pero esta es la verdad: cuanto más tratamos de controlar, más caos invitamos a nuestras vidas. Es como sostener arena: cuanto más aprietas, más rápido se te escapa de las manos.
He aprendido que la clave está en dejarse llevar, no en dejar ir nuestros sueños, nuestras metas o nuestras ambiciones, sino en dejar ir la necesidad de forzarlos a que se hagan realidad. Hay poder en entregarse al flujo de la vida y comprender que no tenemos que luchar en todas las batallas, solucionar todos los problemas ni controlar todos los resultados.
La suavidad como fuerza:
Para mí, la suavidad es como el agua. El agua es blanda, ¿no? Se mueve con la corriente, sortea obstáculos y encuentra su camino pase lo que pase. Pero lo importante es que el agua también es una de las fuerzas más poderosas de la naturaleza. Es resistente. Con el tiempo, puede abrirse paso a través de las rocas y remodelar los paisajes. La suavidad es lo mismo. No se trata de ser pasivo o dejar que la vida te pisotee. Se trata de ser adaptable, resistente y fuerte de maneras que no requieran que estés "activo" constantemente.
Cuando elegimos la suavidad, elegimos proteger nuestra paz. Decidimos que no todas las batallas merecen nuestra energía y que es mejor dejar que algunas cosas se desarrollen de forma natural. Decimos: "Soy lo suficientemente fuerte para dejar ir esto y confiar en que lo que está destinado para mí llegará".
La lucha por dejar ir:
Sé lo difícil que puede ser dejar ir. Créeme, he pasado por eso. He sido la que ha luchado por tener el control sobre todo, creyendo que si pudiera mantenerme al tanto de todo, la vida sería perfecta. Pero la verdad es que la vida no está hecha para ser controlada. Está hecha para ser vivida.
Dejar ir el control no significa que te rindas. No significa que seas débil. Significa que eres lo suficientemente inteligente para reconocer lo que te quita energía y lo que te eleva. Significa elegir la paz en lugar de la perfección, elegir la suavidad en lugar del caos y confiar en que lo que es para ti nunca te faltará.
La suavidad es un movimiento de poder:
Una de las lecciones más difíciles que he aprendido en la vida es que no todo requiere mi reacción. No todas las situaciones requieren que intervenga y las solucione. A veces, lo más importante que puedes hacer es dar un paso atrás, respirar y dejar que las cosas se desarrollen.
La suavidad no tiene que ver con ser débil, sino con ser sabio. Tiene que ver con saber cuándo presionar y cuándo dar marcha atrás. Tiene que ver con elegir la paz, incluso cuando todo a tu alrededor grita que hay caos. Y déjame decirte que eso es una jugada de poder.
Dejar ir el caos:
Todos tenemos caos en nuestras vidas. Ya sea por estrés laboral, obligaciones familiares o simplemente por el ruido de la vida cotidiana, es fácil dejarse llevar por él. Pero el verdadero desafío (y la verdadera fortaleza) consiste en elegir no participar en ese caos. Se trata de decir: “No voy a permitir que esto me robe la paz”.
Tienes la opción, todos los días, de enfrentarte al caos o proteger tu debilidad. Puedes dejar que las tensiones de la vida te dominen o puedes dar un paso atrás y decidir qué es lo que realmente importa. Cuando eliges la debilidad, te estás eligiendo a ti mismo . Estás eligiendo tu paz, tu alegría y tu bienestar.
Por eso, hoy quiero animarte a que te apoyes en esa suavidad. Acéptala como la fuerza poderosa que realmente es. No dejes que nadie ni ninguna situación te hagan sentir que necesitas ser duro o tener el control constantemente. Hay fuerza en dejarse llevar y hay poder en saber que la suavidad no significa debilidad, significa que eres lo suficientemente fuerte como para dejar que la vida fluya, sin perderte en el proceso.
Sean como el agua, mis amigos. Suaves, pero imparables.